Cha-no-yu a La luna de loto

La monja budista Ōtagaki Rengetsu, poeta, calígrafa, pintora y ceramista entendía el arte, tanto en lo que se refiere a la creación como a su observación y apreciación, como una práctica espiritual. De hecho, el chado, el camino del té, es una disciplina espiritual y artística que representa la quintaesencia de la cultura japonesa. El uso de diversos objetos para preparar el ritual del té expresa este espíritu de sabiduría ancestral y son parte integrante de la práctica. En una ceremonia del té se aprecian los distintos estilos de cerámica, los objetos artesanales de forja y bambú, la caligrafía y la ornamentación floral. Cada uno de estos objetos se depositan sobre el tatami con una función concreta dentro del ritual en torno al macha, un té verde en polvo, que es la bebida ancestral de esta ceremonia, que se sirve precedido de un dulce pequeño elaborado con los mejores ingredientes naturales.

Muchas de las piezas de cerámica que produjo Ōtagaki Rengetsu a lo largo de su vida estaban estrechamente vinculadas con la ceremonia del té cha-no-yu y sencha. Sin embargo, su alma artística aportó una nueva dimensión a estos objetos, con nuevas formas y decoraciones caligráficas, en contraste con las convenciones establecidas sobre la forma de éstos.