Barcelona Cultura
> Acceso al web Tras los muros del Monasterio Reserva de entradas

El blog del museu

Títol

El Corpus y el "ou com balla"

Curiosidades

Created date

24/05/2023

Introducció

Explicamos el origen y significado de la fiesta que dio lugar a esta peculiar tradición

La festividad del Corpus Christi, creada en 1262, se instauró en Barcelona en 1320 y con el paso de los años se convirtió en la celebración festiva y religiosa más importante de la ciudad. Se celebra el jueves siguiente a la octava de pentecostés, sesenta días después del domingo de Resurrección, y su origen medieval responde a la necesidad de reafirmar la veneración de la transustanciación de la eucaristía, es decir, la presencia real del cuerpo Cristo a través del pan y el vino durante la misa. La negación de este concepto teológico, que llegaría a su cenit en el siglo XVI con la reforma protestante, representaba ya una amenaza para el dogma católico del siglo XIII, por lo que se convirtió en una fiesta de fiestas de trascendencia no solo religiosa, sino cultural, social y festiva.

Así, en 1320, el pregón recogido en el Llibre del Consell (AHCB) representa el primer testimonio documental de la celebración del Corpus en la ciudad condal y, un siglo más tarde, en 1424, el Llibre de les Solemnitats recoge no solo el compromiso del gobierno de Barcelona con el acto sino el tramo que seguía la procesión por las calles, una vez terminado el oficio. El pasacalle de la procesión, el elemento más característico de la festividad, incorporaría con el tiempo una serie de manifestaciones propias que definirían la imaginaria festiva de la metrópoli, como los bestiarios, los capgrossos, los gigantes, los balls de diables, la música, las danzas y los atuendos florales, y popularizarían el día hasta convertirlo en un referente para otras poblaciones.

Asociados al desfile de Corpus encontramos, ya desde sus inicios, los llamados entremeses; una serie de espectáculos teatrales de carácter menor escritos en lenguaje coloquial cuyo objetivo inicial era educar y moralizar a los que observaban el cortejo, pero que pronto abandonaron el talante catequético y pedagógico para alcanzar un cariz más lúdico, adquiriendo una identidad propia. Es en este caso cuando aparecen los bullicios, como exponente más popular de estas piezas, entre las que destaca la Patum, en Berga, cuya primera mención es de 1454 y que en 2005 fue declarada Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por parte de la UNESCO. Las procesiones asociadas al Corpus, por su carácter público y social, se fueron adaptando a la realidad de su tiempo y alejándose del mensaje original y por eso no quedaron exentas de las prohibiciones civiles, eclesiásticas y reales que hicieron desaparecer la mayoría de ellas. La excepcionalidad de la Patum radica en que es una de las pocas manifestaciones culturales festivas de este contexto que se han conservado en Cataluña de carácter laico.

Relacionada con las alfombras de flores propias del Corpus, encontramos una de las tradiciones barcelonesas más singulares y únicas asociadas al día, el ou com balla, tan indisociable de la festividad como paradigmática de la vertiente más popular que trascendió el mensaje inicial. Se trata de una práctica que consiste en hacer bailar un huevo hueco, recubierto de cera en la zona del agujero por donde se ha vaciado, sobre el chorro de agua de un manantial o una fuente, ya sea en claustros, jardines, patios o casas particulares. No solo la peana de la fuente es guarnecida previamente con flores y plantas diversas, sino que el surtidor donde baila el huevo se envuelve también con una cesta engalanada con flores y frutas de temporada, como cerezas, retamas o claveles. La primera mención de la tradición en la ciudad se puede encontrar en el año 1440, cuando se decora el surtidor del claustro de la Catedral, pero no es hasta 1636 cuando existe el primer testigo conservado en la documentación de la compra de huevos por el manantial de la Sede que debían utilizarse por el Corpus.

La lectura sobre el origen y el significado de esta peculiar tradición ha sido objeto de diversas interpretaciones, empezando por el elemento central de la práctica que da nombre a esta curiosa costumbre. La palabra “huevo”, del latín ovu(m) y este de la raíz indoeuropea awi (pájaro), representa el símbolo del conocimiento y de la vida en gestación; es el principio de fecundación que ha engendrado el cosmos. La mayoría de los mitos cosmogónicos, que son los que estudian el origen y la estructura del Universo, imaginan el origen o la totalidad del universo con la forma de un huevo, símbolo de fertilidad y perfección; de la vida en formación. A nivel iconográfico, las representaciones divinas en forma de óvulo son frecuentes en la iconografía oriental y occidental, y por eso el huevo se representa bajo múltiples formas: como huevo cósmico, como matriz o como alambique alquímico, símbolos de la perfección divina. En las iglesias medievales, de hecho, encontramos cómo el huevo representa el intermediario de la iluminación interior.

En esta línea, ¿cuál es el significado del ou com balla? Si atendemos a una explicación sacra, el huevo representaría la hostia consagrada de la eucaristía, afianzando el valor original de la fiesta del Corpus, ya que en esta alusión la cesta representaría el cáliz y el chorro de agua la sangre de Cristo. Sin embargo, la gestualidad del acto y la forma en que este mensaje de plenitud se transmite, hacen pensar también en una interpretación más laica y profana, con la exaltación de la primavera y la fecundidad, metáfora sobre el ciclo de la vida y el paso del tiempo.

Es justamente la fruición de esta escenificación del goteo del agua y el huevo que sugiere también una posible insinuación sexual y lúdica más propia de las risas de pascua o risus paschalis, una costumbre atípica durante la celebración de la misa de Resurrección que hacía que el sacerdote buscara la risa de los feligreses con relatos y bromas, a menudo de contenido lascivo, y con escenificaciones obscenas para buscar la complicidad de los feligreses. Esta interrelación entre la sacralidad, la sexualidad y la risa, testigo de una época de asimilación de cultos mistéricos y paganos por parte de un cristianismo más incipiente, pretendía celebrar la alegría de la pascua cristiana a partir del contraste con el período de compunción de la cuaresma. Sin embargo, la nueva espiritualidad surgida con lo que se conoce como la devotio moderna, y sobre todo la reforma protestante y la contrarreforma católica de los siglos XVI y XVII, acabaron con el aspecto más libidinoso de estas prácticas.

La fiesta del Corpus, así como la procesión y todas las tradiciones en torno al día, como el huevo como baila, testimoniaron los cambios profundos que vivió la sociedad de los siglos posteriores y que fueron condicionando el talante religioso y cívico de la festividad, que fue adaptando al contexto sociocultural de cada época, fraccionando aún más el binomio entre la devoción y la secularización más jocosa. Así, llegados al siglo XX, el Concilio Vaticano II (1962-1965) representó un punto de inflexión, ya que eliminó la procesión del calendario festivo, pero varias entidades culturales recuperaron la costumbre años después como reivindicación popular. El Real Monasterio de Santa María de Pedralbes, si bien no se documenta que hubiera hecho la celebración antes, inició la tradición del huevo como baila en el 2009 en la fuente del ángel del claustro, frente al refectorio, decorándolo como prescribe una práctica tan barcelonesa como indisociable ya del cenobio.

Enric M. Puga

Ajuntament de Barcelona