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El blog del museu

Títol

Reapertura de la capilla de San Miguel

El museo

Created date

28/05/2015

Introducció

Después de 10 años la capilla de San Miguel se reabre al público para contemplar una de las joyas del arte gótico catalán.

El pasado 3 de marzo, tras 10 años cerrada al público, se reabrió la capilla de San Miguel del Real Monasterio de Santa María de Pedralbes. De este modo se recuperaba una obra artística de primera magnitud, contemporánea y equiparable a las producciones de algunos de los grandes pintores del Trecento italiano, como Giotto, Taddeo Gaddi, Duccio de Buonisegna o los hermanos Lorenzetti. Gracias a su estudio, el conjunto se ha convertido en un referente mundial para el conocimiento de la técnica pictórica del humanismo trecentista y su introducción en la Península Ibérica.

Las pinturas murales de la capilla fueron encargadas en el año 1346 al pintor Ferrer Bassa (cuya autoría no está exenta de cierto debate) por la abadesa Francesca ça Portella, quien tenía la intención de convertirla en su celda particular. La voluntad expresa de la abadesa fue que la obra se pintara «de bones colors ab oli» (con buenos colores al óleo), tal como consta en el contrato original, lo que expresaba el deseo de que se realizara una obra relevante, puesto que, desde hacía ya un siglo, el óleo era la técnica usada en las pinturas murales vinculadas a promotores de prestigio.

Con un equipo de más de 60 profesionales y un presupuesto de 175.000 € (de los que 30.000 € fueron costeados gracias al mecenazgo impulsado a través de la plataforma Verkami), y después de más de 10 años de riguroso estudio, la restauración ha evidenciado importantes deficiencias en las capas de preparación de la pintura y su conservación, así como desperfectos relacionados con antiguas y profundas regatas, practicadas en el muro para anclar un mueble, que agredieron parte del conjunto pictórico. Pese a que la mayoría de estas carencias de conservación no son apreciables a simple vista, la degradación del pigmento sí lo es, ya que aunque en el contrato original se especificaba el uso de oro fino, el artista utilizó la técnica de la corladura, plata recubierta de barniz, que producía el mismo efecto. Sin embargo, con el paso de los años, al resquebrajarse la capa de barniz, el proceso de oxidación de la plata ha convertido en negro los tonos inicialmente dorados. Era necesaria, pues, una intervención para evitar una degradación progresiva.

Durante el proceso de restauración, se han retirado de todos los muros el yeso, las resinas y las colas aplicadas en antiguas intervenciones para después volver a adherir las diversas capas de preparación entre ellas y posteriormente al muro mediante inyecciones de mortero fluido. Para la fijación de los desconchados de pintura del envigado y del muro se han utilizado partículas de nanocal, y para la limpieza de las capas, una gelatina vegetal de origen marino: el agar-agar, que se obtiene de ciertas algas. En las zonas en las que se habían producido pérdidas, para unificar cromáticamente la superficie se ha aplicado la técnica del rigatino: la aplicación de finas líneas de color que, vistas de lejos, se integran visualmente con el original.

Gracias a este proceso, el lienzo de El triunfo de la Virgen puede recobrar ahora sus valores cromáticos, entre los que destaca el azul conseguido con el pigmento azurita y los vistosos falsos mármoles de la parte baja, ocultos hasta ahora bajo varias capas de pintura. Flanqueado por estos mármoles rojos se evoca el altar, en la actualidad un elemento perdido, cuya presencia se constata en el proceso de restauración.

Dentro del conjunto pictórico de la capilla, el contraste entre las partes restauradas y las que no lo están es suficientemente significativo para reflexionar sobre la importancia de la conservación de un patrimonio cuya reivindicación debe trascender las fronteras necesarias para que se le pueda otorgar la importancia que merece.

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