Parlatorios

(s. XVII - s. XVIII)

La estricta clausura bajo la que vivían las religiosas de Pedralbes les prohibía mantener contactos personales con el exterior. El parlatorio era el único espacio donde las religiosas podían conversar con visitas externas, bajo la supervisión de una hermana mayor, y separadas por una reja cubierta con un cortinaje. Desde la fundación del monasterio, fueron varios los espacios destinados a esta función.

Es muy probable que el primer espacio destinado a servir de parlatorio fuese el denominado «Grau de Sant Honorat», que se menciona en la documentación y que debía de estar situado en el mismo «cor de baix» o junto a él. Posteriormente, en 1490, se construyó un nueva sala con esta función, que años más tarde serviría de escuela, conocida por este motivo como la «Enseñanza». La documentación conservada nos permite saber los nombres de los maestros de obras que intervinieron en esta construcción, como por ejemplo Joan Castell y Pere Basset, y otros trabajadores como el carpintero Melcior Xammar y varios peones de albañil y picapedreros, como Pere Ycart, que esculpió las armas del monasterio.

En el año 1776 se edificaron otros parlatorios, esta vez junto al vestíbulo principal del monasterio. En este caso, intervinieron en su realización el maestro de obras Joan Oliver, el carpintero Pau San German y el baldosador Ramon Arnau, entre otros profesionales.

Tal y como muestran los parlatorios que se han conservado, esta estancia estaba pensada para permitir el contacto de las religiosas con las personas que acudían a visitarlas. Se trataba de un espacio dividido en dos partes: una zona con acceso desde la clausura y otra desde el exterior. Sobre la puerta de ingreso a esta zona puede leerse la fecha de 1776.

De los parlatorios de época medieval de Pedralbes no se han localizado evidencias físicas. Sin embargo, se sabe que hacia 1490 se construyó un nuevo edificio destinado a esta función a los pies de la iglesia, junto al coro alto al que se accedía a través de la sala del Ángel.

En el año 1776, se decidió construir unos nuevos parlatorios asociados al acceso principal del monasterio, donde hasta entonces se encontraba el patio de las casetas de la mayordomía y el horno. La nueva edificación estaba realizada en obra de fábrica y piedra procedente de Montjuïc, y con vigas de madera de melis. Las aberturas estaban enmarcadas con piedra y tenían cubierta a dos aguas. Los interiores, acabados con revestimientos de yeso, se subdividían formando dos naves paralelas cubiertas con bóvedas de arista realizadas en ladrillo estucado. Ambas partes quedaban delimitadas por una pared con ventanas de barrotes, tal y como aún hoy pueden verse.